Probablemente si te haces esta pregunta la respuesta sea, sí. Puede que muestre un deseo interno por mejorar tu vida.

Quizás sufras de más por cosas que podrías llevar con más ligereza, haya aspectos de tu vida en los que no te sientas contento o contenta y pienses que podrías ser más feliz, que en algún área de tus relaciones no te manejas bien, que sientas que estás estancado pero los cambios no sucedan. Puede que repitas patrones de relaciones, de situaciones y no te des cuenta que el punto en común eres tú y que quizá haya algo que debas aprender. Y en la base de tu persona te quedas con sensaciones o sentimientos de impotencia y frustración.

Normalmente solemos comenzar un proceso de psicoterapia cuando ya no podemos más con el sufrimiento que nos aborda, cuando las cosas se nos escapan de las manos. En este sentido, el sufrimiento nos sirve para pedir ayuda pero no necesitamos esperar tanto. Al igual que no esperamos a que se nos caigan los dientes para ir al dentista, no hace falta esperar al derrumbe psicológico para acudir a un profesional de la salud mental.

Querer aliviar síntomas como la depresión o la ansiedad nos pueden servir para pedir esa ayuda que tanto necesitamos pero no son el verdadero problema. Sirven como alarma que nos indica que hay algo que no funciona bien.

Independientemente de la conflictiva que uno pueda tener, la mayor herramienta que la psicoterapia te va a ofrecer es conocerte bien y aceptarte tú, tu vida y tu historia.

Se trata de tener un espacio para elaborar aspectos de ti que se han quedado enquistados y afectan a tu vida más de lo que hubieras podido pensar y que están presentes en las elecciones que has ido haciendo para construir tu vida.

A mayor visión y conocimiento de ti mismo mayor será tu fortaleza psíquica. No esperes para empezar a trabajar en tu salud mental.