Terapia de pareja
Después de la familia, la pareja es el siguiente espacio de interacción más comprometido en el que ingresa el ser humano y sin duda el más cargado de idealización. A través de ella aspiramos a ver satisfecho gran parte de nuestro ideal de vida. En ella depositamos nuestras expectativas de intimidad y esperamos que sirva de apoyo para el resto de nuestras aspiraciones. Con frecuencia esto se traduce en esperar “que la pareja me dé”.
El mal funcionamiento de la relación es una de las demandas más frecuentes que nos encontramos en terapia.
El contraste entre los ideales y la andadura de la pareja en su realidad, suele generar desajustes difíciles de gestionar.
El desgaste emocional puede llevarnos a ver con más claridad las dificultades de la otra persona que las propias, trabando la convivencia y la comunicación.
Si esta dinámica se adueña de la relación, acaba anulando las potencialidades de la pareja, dejando de ser dos personas que se complementan y potencian y convirtiéndose en dos personas atrapadas en dinámicas destructivas.
La terapia de pareja se orienta a neutralizar estas dinámicas, tomando conciencia de cómo cada parte contribuye a enfermar la relación y trabajando en favor del apoyo y la complementariedad de las partes.
Terapia familiar
Los vínculos familiares siguen siendo al día de hoy profundamente significativos e indisolubles. Al margen de lo cambiante que pueda llegar a ser la estructura familiar hoy día, sus vínculos siguen siendo el sostén emocional todas las personas que lo componen.
Es en la familia donde aprendemos los roles que vamos a desempeñar en el futuro y donde aprendemos la forma en que nos vamos a vincular afectivamente con las personas importantes de nuestra vida.
Existen varias razones para acudir a terapia familiar:
Cuando surge un conflicto dentro del seno de la familia: muchas veces los roles no están bien establecidos o no hay un adecuado desempeño de los mismos. La terapia familiar ayuda a entender los roles adoptados por cada persona, sus disfunciones y las dinámicas que han surgido y que sostienen el conflicto.
Puede surgir la necesidad de apoyo a todo el núcleo para gestionar una circunstancia externa como una enfermedad o un duelo.
En otras ocasiones la necesidad es gestionar una ruptura, y con frecuencia, una posterior reestructuración con la incorporación de nuevas figuras en el rol de parejas y la creación de un grupo familiar nuevo.
La terapia familiar contempla a todas las personas que la componen, con todo su potencial sanador también, como partes de un campo de interacción que obedece a unos patrones y funciona de forma interdependiente.