Si te pido que pienses en la persona más responsable que conoces, ¿quién aparece en tu mente? Hace tiempo hubiera imaginado a una persona cumplidora, correcta, puntual, con la que se puede contar; que desempeña perfectamente su labor con personas a su cargo (hijos, trabajadores…); con un fuerte sentido de justicia; alguien de palabra, que sigue las normas y sirve de modelo con su conducta ejemplar. Tengo la sospecha de que muchos querríamos tener cerca a la persona más responsable que conocemos, pero nos aburriría soberanamente ser ella.

En Gestalt, cuando hablamos de responsabilidad, nos referimos a algo ligeramente diferente. Si, por ejemplo, nos enfrentamos a una supuesta obligación (estudiar para una prueba, ordenar una habitación, tener una conversación difícil…) ser responsable no implica necesariamente hacerla (y hacerla bien), sino más bien ser capaz de asumir nuestra decisión como propia.

Quien no se hace cargo de sí dice: “no me ha dado tiempo a estudiar”. La persona responsable asume: “he preferido descansar/divertirme/hacer otras cosas…”

Quien no se hace cargo de sí dice: “bueno, ¿y quién tiene su cuarto siempre ordenado?” La persona responsable asume: “me cuesta/aburre ordenar, atrasaré el momento de hacerlo hasta que me desagrade demasiado.”

Quien no se hace cargo de sí dice: “es que no se le puede decir nada, se toma las cosas fatal”. La persona responsable asume: “con tal de que no se enfade me mantengo al margen y acepto que de esta manera la relación puede ir deteriorándose.”

En este sentido, la terapia Gestalt no promueve necesariamente el hacer lo correcto o cumplir la norma (eso pertenece a la ética o la moral). Más bien alude a la capacidad de estar detrás de nuestras propias palabras, emociones, deseos y acciones. Considerarlas nuestras en lugar de negarlas o encasquetárselas a los demás (o a “la vida”). Como dijo Claudio Naranjo, «no escudarse tras un decir ‘me pasó’ o ‘se me ocurrió’, sino poder reconocer, más bien, que ‘esto es lo que yo pienso’, ‘esto es lo que yo quiero’».

En mi proceso personal compruebo una y otra vez con alegría que, en la medida en que voy asumiendo mi propia responsabilidad, más ligera y divertida me voy sintiendo.