Siempre imaginé un día como hoy. Escribiéndote a ti, que aún no sabes leer.
Todos los viejos dichos populares se constataron al primer instante de verte. Ya eres lo que más quiero en el mundo, y has hecho poco más que berrearme al oído y dormirte en mi brazo.
El vínculo con tu madre es otra liga, ni se me pasa por la cabeza estar a la misma altura, a estas alturas. Aún es pronto para que tú y yo hagamos algo más allá. Y con todo esto, una mísera sonrisa -que a saber dentro de ti hacia qué va dirigida, por desarrollo cognitivo no es a mí- me derrite.
Volver a casa del trabajo ya tiene otro significado. Estar en casa tiene otro significado. Cualquier visita a un supermercado tiene otro matiz. Visitar mi antigua casa, la de tu yaya, ha adquirido unas connotaciones y aromas a familia que has generado tú. Tan pequeña, y cambiando todo tanto.
Los tiempos, las horas, adquieren otra dimensión. Ni qué decir el terremoto de prioridades. Todas alteradas. Es increíble el poder que tienes, y ni te das cuenta. Un mísero sonido y tienes a dos adultos a tus pies.
En cada instante aprendo algo nuevo, y ayer sabía mucho menos que hoy. Y todavía sé bien poco.
Cuando pongo en perspectiva todo lo que queda, me inunda la sensación de que todo está por empezar, y eso me llena de tranquilidad. Queda todo por hacer y, a la vez, ya tengo mucho que contar.
Ten bien claro que lo intentaré todo para que mis heridas no sean las tuyas y que, por mucho que lo intente, algunas ahí quedarán.
Desde aquí, veo la poca solidaridad para con los padres, que todo lo dieron, y siempre estarán bajo la sombra de la deuda. Seguro pudieron hacerlo mejor y seguro que poco se les agradece lo hecho. Gracias, papás.
Verte tan ajena a los ritmos ansiosos de esta sociedad me reafirma en mi mirada a una vida más lenta, más minimalista y de necesidades menos materiales. Ahí ya me estás enseñando.
Utilizo la plataforma de un blog de un centro de psicoterapia porque considero que es un texto cargado de humanidad. Procesos, deseos, amor, tensiones, todo está a flor de piel. Y eso, es muy humano.
Mis palabras más privadas, me las guardo para mí. Aquí hablo de cambio y proceso. De realidad. Es el sitio.
(Palabras de un padre a su bebé de mes y medio)
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