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el 28 enero 2021

Nos encontramos viviendo un momento extraño, inmersos en una etapa preocupante, desbordados por los contagios, las muertes, el colapso en los hospitales.

El tema de fondo es siempre el mismo: la pandemia. No importa qué canal pongamos en la tele, los primeros quince o veinte minutos de las noticias giran en torno a este asunto. Y siempre con malas perspectivas. Si escuchamos la radio, más de lo mismo. En cuanto llega el momento de dar las noticias, nos vuelven a recordar cómo ha ido creciendo el número de contagios y de muertes.

Cuando hablamos con amigos o familiares, también acabamos comentando sobre el tema en cuestión, que si alguien a quien conocemos ha dado positivo, que si fulanito está confinado, que si menganita está pendiente de hacerse la PCR, que si los vecinos del segundo han dado todos positivo y los vimos hace unos días…

Me encuentro con que la mayoría de las personas nos vamos a los extremos: aquellas que siguen limpiando la compra con lejía al llegar a casa, se quitan los zapatos en la entrada y se cambian la ropa al volver de la calle, se cambian la mascarilla incluso con mayor frecuencia de la que debieran (siempre la FFP2, claro, o incluso dos mascarillas a la vez), llevan desinfectante en el bolso, en el coche y varias mascarillas de repuesto, no han ido a tomar un café desde marzo del año pasado, solamente quedan con algún familiar en casos muy puntuales y con las ventanas abiertas en pleno invierno, o incluso aquellas que no trabajan y apenas salen de casa, solamente una vez cada dos semanas para comprar lo necesario e incluso acumulan la basura y aprovechan esa salida para tirarla al contenedor oportuno, desbordados por el miedo al contagio.

Por otro lado, aquellas que dicen que ya están cansadas de tanto aislamiento, que no pasa nada por quedar con familia o amigos si hay distancia (que luego no respetan, claro), que llevan la mascarilla por debajo de la nariz (o ni siquiera la llevan), que se la cambian cuando se rompe una de las tiras (como si es cada mes, les da igual), que dicen que ya no se ponen gel hidroalcohólico a la salida o entrada de las tiendas, que de algo hay que morirse, que ya ni siquiera se lavan las manos con agua y jabón al volver a casa de la compra, que se instalan casi en la indiferencia.

Nos cuesta situarnos en el punto medio: adaptarnos a las necesidades actuales, a la responsabilidad de respetar y ser respetuosos, a vivir con menos miedo y tomar las medidas oportunas.

Solemos irnos al miedo o al pasotismo.

Y no nos basta con quedarnos en el lado que hayamos elegido, el paso siguiente es criticar a quienes se han quedado en el otro. Tanto si somos los que estamos en el lado del miedo y ponemos verdes a los pasotas como si somos los pasotas y nos reímos de quienes están tan asustados. Tirando de uno u otro de los extremos, con serias dificultades para situarnos más cerca de los demás, de empatizar con ellos.

Así somos los seres humanos.

 

Comentarios

María Vilar el 29 de 1 del 2021

Tienes toda la razón, es así todos los días la lelevision , los periódicos todo es sabré la pandemia, es normal es algo que nunca pesaba que podía pasar ,pesaba que era cosa antigua.en cuanto las personas las hay de todo, las que viven con miedo, los que pasan y llevan la mascarilla de collar fumando si importarles lada y los hay que hacen una vida lo normal que se puede con responsabilidad, pero sin miedo ,personalmente preocupada, pero sin miedo, esperando las vacunas y salir de esta pesadilla.

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