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el 1 julio 2024

Os pongo en situación: mañana de domingo en una playa que admite perros.

Voy sin perro, así que puedo poner toda la atención que me apetezca en el resto. Me voy entreteniendo observando porque me parece una circunstancia curiosa por ser mi primera vez.

Hay bastantes perros, así de primeras cuento por encima y me salen más de 15.

Comienzo fijándome en los canes, en las razas, tamaños, los que no se mueven de la sombrilla, los que no salen del agua, los que ladran sin parar, los que pasean tranquilamente con sus dueños por la orilla, los que persiguen las pelotas que les lanzan, los que mean en la única ramita que hay por allí, los que escarban en la arena, los que se sacuden en cuanto salen del agua.

Pero acabo centrándome más en los comportamientos tanto de los dueños como de aquellas personas que, como yo, estamos allí tomando el sol sin la compañía de ningún perro.

De los que van sin animales, me llama la atención que apenas nadie se molesta si se acerca un perro a su toalla, si pasa por encima dejando un rastro de arena. Imagino que, al ser una playa en la que mayoritariamente acuden las personas con sus perros, saben a lo que pueden exponerse.

De los que van con animales, veo su carácter reflejado en la manera en la que tratan al perro. Hay quienes no paran de darles órdenes e intentan controlarlo en todo momento, llegando a gritar bastante y sin parar de reñir a su mascota. Hay quienes dicen a los demás (dueños de otros perros) lo que tienen que hacer para que les hagan caso. Hay quienes van al lado de su animalito, corrigiendo sin aspavientos o indicándole alguna cosilla. Hay quienes los llevan atados con una larga correa que hace que los perros se vayan liando con otros y, curiosamente, les llaman la atención a los perros por ello. Hay quien les dice que están molestando a los demás. Hay quienes simplemente les dan un silbido y no les llaman por su nombre. Hay quienes los llevan en brazos hasta dentro del agua. Hay quienes están bajo la sombrilla mirando el móvil y el perro va haciendo su marcha.

Con ello observo cómo se manifiesta la manera de ser de los dueños, desde la propia pérdida de control hasta el querer quedar bien delante de los demás, pasando por el acompañamiento y la calma o el estar centrado en uno mismo y olvidarse del resto.

Los perros son como son, pero nosotros los tratamos según somos nosotros.

Y se me olvidaba comentar el amplio y curioso espectro de nombres que he ido escuchando: desde Julia, Paco, Pili hasta Thor o Lucifer.

Mañana curiosa que me ha resultado de lo más entretenida.

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