Un mal científico dice “No ha salido nada en las pruebas, de modo que usted no tiene nada”. Un buen científico dice “Le he hecho todas las pruebas que existen para esto, he consultado a otros profesionales, y no tenemos explicación para lo que le pasa”.

Un mal científico dice “No es necesario que consulte a más profesionales, porque no le va a servir de nada. Solo haga lo que yo le digo”. Un buen científico dice “Consulte a todos los profesionales que considere. Solo asegúrese de que son profesionales y que se toman estos asuntos en serio”.

Un mal científico dice “Solo es científico lo objetivo, lo que se puede ver, oír, tocar, pesar y medir. Lo demás son pamplinas”. Un buen científico dice “Además de lo anterior, hay infinidad de cosas subjetivas, experienciales, intangibles, inexplicables, que hemos de estudiar con métodos diferentes”.

A un mal científico, generalmente joven, no le importa la experiencia, sino solo sus innovadoras ideas. A un mal científico, generalmente mayor, no le importan las nuevas ideas, sino solo su experiencia. Buscan la autoafirmación aparentando buscar la verdad. A un buen científico le interesa lo que dicen las ideas, la experiencia y los otros.

La psicología, acomplejada ante las ciencias de las cosas objetivas, lleva décadas queriendo ser científica. Y lo celebro. Y lo estamos consiguiendo. Pero a veces lo cierto es que…