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el 5 enero 2024

Como cada año nuevo, y aunque cada vez más desde la "coña", se inunda nuestro ambiente de nuevos propósitos, cambios deseados, cambios saludables, objetivos a conseguir para tener una mejor vida, o quitarnos de hábitos que de alguna manera no son del todo satisfactorios.

En terapia, estas cosas aparecen, aunque no es necesario cambiar de año para que deseemos cambiar, queramos proponernos mejoras, hacernos caso y satisfacer ciertos deseos más "sanotes". También en lo neurótico, ojo.

Cuando aparecen, y hablo desde la generalidad, siempre invito primero, a mucha toma de conciencia con el deseo. Darnos cuenta de si hay un verdadero propósito de cambio, qué fantaseamos con ese cambio, para qué necesitamos dar ese cambio. Tomarnos un tiempo para aclarar si estamos dispuestos a empezar ese nuevo camino, si merece la pena.

Luego, vamos con la parte de proceso, donde siempre hago una llamada a la paciencia. Pequeños cambios muchas veces son los más importantes y luego la bolita avanza sola. Pequeños cambios a veces son muy costosos, pero una vez implementados de repente hay un cambio exponencial. Y empezar muy poco a poco. Si necesito más prisa, ya me enteraré y estaré dispuesto a acelerar, pero, de entrada, despacito.

Muchas veces pongo el mismo ejemplo: soy una persona que no ha corrido en su vida, y de repente sé que es algo que mi cuerpo necesita y hasta me planteo algún día poder apuntarme a una 20K. Ok, atravesamos el primer paso y hay conciencia de deseo. Me centro más en el segundo, el de proceso: sal hoy a andar. Date una vuelta a la manzana, no más. Mañana si eso trotamos, pero lo mismo: una vuelta a la manzana. Pasado mañana si eso 1 km. Si nos sentimos con más capacidad, ya mañana aumento. Pero como quiera empezar corriendo 6 km. el primer día, llegaremos a casa quemados, y sin ganas de repetir. Soltaremos la motivación, y seguiremos con la insatisfacción de fondo.

Cuando la persona en terapia viene con esos pequeños cambios integrados, paro siempre a poner conciencia y celebrar ese pequeño cambio. Ese giro en el camino, aunque haya avanzado poco, es lo más importante. Ha incluido un cambio, ha elegido otro camino, y ya está en él. Pequeños cambios hacen grandes cambios.

En esa paciencia incluyo otra variable que fomenta el ‘despacito’. Los buenos finales hacen buenos principios. Paciencia en el caer, soltar, errar. Si finalmente consigo incluir ese cambio, todo principio habrá sido necesario. Haya sido cuál haya sido tu proceso, ha sido el que tenías que llevar a cabo.

E insisto, todo esto también para cambios en "hábitos neuróticos": cómo me hablo, cómo me exijo, cómo me machaco, cómo me relaciono, etc.

Despacito. Llevamos toda una vida sin hacerlo, no queramos de repente correr. Llevamos toda una vida haciéndolo de una manera, no queramos de repente hacerlo diferente.

 

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