No quiero hacerme propósitos de año nuevo que sé de sobra, incluso antes de nombrarlos, que no voy a cumplir.
No quiero autoengañarme con una lista de objetivos que quiero creer que llevaré a cabo.
No quiero tranquilizar mi conciencia vomitando en un papel lo que luego no realizaré.
No quiero entrar en esa falsedad que repito año tras año y sigo sin hacer a día de hoy.
No quiero crearme un espejismo que me puedo llegar a creer durante un tiempo.
No quiero la trampa de la mentira en la que puedo entrar si me quiero convencer de que lo haré.
No quiero machacarme con objetivos irrealizables que solamente me generan culpa.
Sí quiero saber para qué me sirve hacerme esa lista de propósitos.
Sí quiero darme cuenta de qué me mueve a esa necesidad de plantearme cambios cada año nuevo.
Sí quiero estar más en la realidad y marcarme metas reales en mi día a día.
Sí quiero no forzarme a sentir que, sí o sí, tengo que plantearme objetivos.
Sí quiero dejar atrás la falsa exigencia y el machaque.
Sí quiero vivir de forma más coherente y tranquila.
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