La estafa es un delito que consiste en provocar un perjuicio patrimonial a alguien mediante engaño y con ánimo de lucro.
En general, estamos tan acostumbrados a recibir correos, mensajes, whatsapps, gente que llama a tu puerta o a tu teléfono tratando de vender u ofrecerte algo con condiciones engañosas, inversiones, compraventa de vehículos, etc., que le damos cierta normalidad. Desgraciadamente, cada vez escuchamos más casos de personas que han estado a punto o han sido víctimas de una estafa. Tanto, que parece algo habitual tener que advertir o dar pautas de actuación ante extraños a nuestros seres queridos, sobre todo a la población que puede ser más vulnerable, como la gente mayor.
Los estafadores, por lo general, son personas capaces de resultar agradables, simpáticas, con labia para convencer y que, incluso cuando se hace evidente el engaño, justifican su manera de actuar y parecen hacerlo sin remordimientos. Puede que se trate de personalidades narcisistas, que actúan con sesgos en su manera de pensar y quizá puedan sentirse rabiosos y ofendidos si confrontas lo sucedido o si emprendes acciones legales contra ellos. O quizás, te encuentres con una frialdad más propia de perfiles psicopáticos. En cualquier caso, son personas que ignoran o desprecian los derechos y sentimientos de los demás.
En el caso de las víctimas, suelen emerger sentimientos de indefensión, desconfianza, miedo, rabia, impotencia y vulnerabilidad. Todo esto, puede provocar ansiedad y estrés. Y en ocasiones, generalizase a otros ámbitos y relaciones, donde la desconfianza empiece a instalarse más cómo rasgo característico que como mecanismo puntual de autocuidado. Estas sensaciones pueden verse acentuadas si ha habido un trato de cierta cercanía o donde se ha jugado con la construcción de una proximidad emocional. Lo ideal para las víctimas es hacer algo con lo sucedido. De manera que el sentimiento de culpa por haber caído en el engaño no quede enquistado. Especialmente, compartir el hecho con nuestros seres queridos ayuda a sentirnos acompañados, comprendidos y permite que podamos recibir la ayuda que necesitamos. Para resarcir el daño, denunciar es muy buena opción, siempre y cuando sea viable y haya cierto grado de garantía de éxito, teniendo en cuenta que el proceso no sea algo que nos perjudique a nivel psíquico.
Los sentimientos de invalidez o incapacidad no nos van a ayudar a futuro. En este sentido, es importante recuperar nuestro autoconcepto pensando que ser víctimas de un timo o una estafa es algo habitual y le puede pasar a cualquiera. Lo que podemos hacer es tratar de protegernos contra estos profesionales del engaño cogiendo distancia y cuestionando la buena fe de estas personas en ciertos momentos. Es importante, además, mantenerse informados de nuestros derechos, pedir ayuda, permanecer tranquilos ante este tipo de situaciones y así poder recuperar la sensación de control y bienestar general en nuestras vidas.
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